18 centímetros es la medida del pene de un depredador sexual del cual no sabemos su nombre, que nos narra sus correrías, opiniones sobre la vida, las mujeres, el matrimonio y los hijos, a través una historia plagada de escenas eróticas, humor negro y crítica social, en estos tiempos bajo el signo de la banalidad donde los que luchan por la igualdad de género arrebataron la intransigencia a los moralistas, pues esta obra recupera, sin complejos, la depreciada figura del macho heterosexual que toma relevancia frente a la mujer como esencia del placer.
 
18 centímetros, a modo de monólogo, bien podría condensar la gracia y erotismo de Las once mil vergas de Guillaume Apollinaire, el sarcasmo de El lamento de Portnoy de Philip Roth y la mirada crítica de Michel Houellebecq, en una coctelera cuyo preparado nos arroja al paladar y al entendimiento la degustación de la presente novela.
 
Para aquellos que gustan de las lecturas eróticas, en 18 centímetros encontrarán el sexo con mayúsculas además de la simple libertad de expresión tan denostada hoy en día por los nuevos mojigatos.